21/11/2024
Artes visuales
Caos de Damián Ortega
«El título de la muestra es Casino pero, como dijo Vicente Todolí, curador de la exhibición, la primera en solitario de Damián Ortega en Italia, su subtítulo podría ser La segunda vida de los objetos», escribió el diario La Repubblica a propósito de la muestra del artista mexicano en el Hangar Bicocca, que pertenece a Pirelli. El espacio, que alguna vez fungió como sede industrial de Ansaldo Breda en Milán, empresa constructora de trenes, es, desde 2004, una de las galerías de arte contemporáneo más grandes de Europa.
El pasado industrial y sin muros del Hangar, en el que Ortega monta un casino, caos en italiano, «es una tierra fértil para las ideas: al no haber límites, las piezas se comunican con más facilidad. Una obra interviene a la otra. Todas coexisten como presencias significativas. Además, al ser un espacio oscuro, se crea un ambiente onírico. A partir de la convivencia, se respetan los tiempos y ritmos diferentes de cada pieza», asegura Ortega a La Tempestad.
La mayor sorpresa que ha provocado Casino es la visión escultórica del también editor de Alias: «lo que hace de Ortega un gran artista es su utilización de la materia de un modo irreverente», dijo Marco Tronchetti Provera, presidente de Pirelli, que asistió a la inauguración. El creador asegura que le interesa descomponer en partes las cosas para poder entenderlas. Al exhibir algunas de las piezas más representativas de su producción, la lectura que hace el creador de sus preocupaciones formales es «la presencia de la unidad en el todo, los fragmentos en los sistemas y las posibilidades constructivas de momentos efímeros».
Vista de la instalación. Foto de Agostino Osio. Cortesía de Hangar Bicocca.
La prensa italiana escribió que la obra de Ortega, que utiliza objetos de producción industrial, pone en duda la confianza en la tecnología y relee la historia social y política de América Latina. Un ejemplo de ello es The Beetle Trilogy, que se compone de tres piezas: Cosmic Thing (2002), que representa las partes suspendidas de un Volkswagen Sedán, el auto más popular en México desde mediados de la década de los cincuenta; Moby Dick (2004), performance concebido como un cartón en movimiento, que enfrenta la potencia del auto contra la del hombre, ambos elementos en movimiento; y, finalmente, Escarabajo (2005), filme que narra la construcción del vocho en una fábrica de Puebla y su entierro en el jardín de la casa de sus padres.
«The Cosmic Thing» (2002). Foto de Agostino Osio. Cortesía de Hangar Bicocca.
«En una ocasión alguien me dijo que mis piezas dan miedo. Interpreto lo que hago con humor, aunque otras veces con un sentido dramático o trágico. También como algo virtuoso o torpe. Eso es lo que hace rica una obra: la multitud de experiencias que genera. El humor es un método para entrar en temas y en partes como de otra manera no se podría», asegura Damián Ortega, que también fue caricaturista.
Al hablar de la temporalidad del ejercicio periodístico, el artista diferencia lo efímero de lo duradero: «el presente me parece un punto indispensable, aunque aprendí que el humor periodístico tiene una vida muy breve. El tiempo en una obra de arte es radicalmente distinto: la obra debe perdurar más allá de lo que dure mi propia vida. Me interesa aquello del presente que perdura, lo que podría ser leído o entendido dentro de muchos años, y en otro espacio».
Vista de la instalación. Foto de Agostino Osio. Cortesía de Hangar Bicocca.
«Moby Dick» (2004). Foto de Agostino Osio. Cortesía de Hangar Bicocca.