16 de agosto de 2017

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21/11/2024

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Michel Franco en Cannes

Carlos Rodríguez | jueves, 28 de mayo de 2015

El mayor festival del mundo

 

El Festival Internacional de Cine de Cannes es uno de los eventos más relevantes en la agenda cultural del año. En tiempos recientes ha consolidado su alcance imponiéndose a los encuentros cinematográficos de Venecia y Berlín. En European Cinema: An Introducción (2000), Jill Forbes y Sarah Street, sus autores, argumentan que el festival galo determina la imagen del cine que se hace en cualquier lugar del mundo. Thierry Frémaux, el delegado y director artístico del Festival de Cannes desde 2004, ha declarado que el objetivo principal del evento es poner en el mapa a nuevos realizadores. La estrategia del francés ha funcionado: además de revitalizar el vínculo con Hollywood –industria que usualmente provee el filme de apertura–, ha demostrado un interés especial por el cine argentino («es una coincidencia que llegara al festival al mismo tiempo que una generación de cineastas de Argentina», declaró a Screen Daily) y que considere al país sudamericano y a México como comunidades artísticas con gran vitalidad. «El Festival de Cannes es la mejor plataforma que puede tener una película. Estrenar aquí es un privilegio. Genera una expectativa muy grande y valiosa sobre tu trabajo», asegura Michel Franco a La Tempestad desde Cannes, que este año compite por primera vez por el premio máximo del festival, la Palma de Oro, con Chronic. Franco es uno de los mexicanos que han sido premiados en el festival. Alejandro G. Iñárritu, Carlos Reygadas y Amat Escalante han sido reconocidos por su labor de dirección en Babel (2006), Post Tenebras Lux (2012) y Heli (2013), respectivamente.

 

Cannes ha funcionado como una plataforma de encuentros para el nuevo cine. Andrea Pallaoro, director de Medeas (2013), afirma sentirse cercano al trabajo de Lucrecia Martel y Reygadas, dos figuras imprescindibles del festival en años recientes. El cine mexicano ha tenido una visibilidad mayor a partir del Festival de Cannes. No es coincidencia que la temática de las películas de los cineastas mexicanos siempre estén fincadas en la realidad, siempre pendientes de no consumir la violencia, sino de representarla e incomodar al espectador. «México es, al mismo tiempo, una presencia constante y un mercado atractivo en la última década de Cannes en todas sus secciones, de la oficial a la Semana de la Crítica y, lo que no es menor, en el Marché du Film, ese sótano vertiginoso de transacciones y negocios en donde una película decide realmente su suerte en cuanto a distribución. Michel Franco y David Pablos (quien hace unos días presentó Las elegidas en el marco de la sección Una Cierta Mirada) son parte de esta sinergia, pero lo importante es que sus propuestas tienen peso propio», considera Sergio Huidobro, ensayista y crítico de cine, colaborador de Tierra Adentro.

 

Michel Franco, observador de la culpa

 

En 2012 Franco ganó el premio de Una Cierta Mirada, la segunda sección en importancia del certamen, por Después de Lucía. La película se distribuyó en México como un filme sobre el bullying, uno de los temas más redituables de la agenda de los medios de comunicación. Franco, que fue considerado el cineasta emergente de 2012 en la segunda edición del Presente de las Artes en México de La Tempestad, hizo una película sobria con ecos del cine de Haneke: la falta de respuestas amenaza al espectador con la austeridad de su puesta en escena.

 

La organización del festival, que también ha sido acusada de abusar del exotismo, sostiene que su objetivo es no apartarse de la realidad. «Creo que para los espectadores de Cannes que están encerrados durante diez días, desconectados de la realidad, es una buena oportunidad para que vean el mundo en la pantalla», dijo Frémaux a Variety.

 

Aunque Venecia ha fungido como la plataforma de G. Iñárritu y Alfonso Cuarón, Cannes ha sigo un refugio para los directores que no buscan asentarse en Hollywood. «Michel Franco es un observador muy preciso de la culpa y de la irreversibilidad de ciertas decisiones. Es un cineasta de espacios cerrados también, de soledades, de violencias tácitas. Los personajes de Chronic no son los adolescentes de sus películas anteriores, y su apuesta es más ambiciosa: busca alzar la voz en un debate tan sensible en Estados Unidos como la eutanasia. El suyo sigue siendo un estilo en formación, todavía deudor de sus influencias más evidentes», considera Huidobro.

 

Oportunidades en Cannes

 

El festival galo brinda oportunidades a sus participantes. En 2002 el actor estadounidense Tim Roth presidió el jurado de Una Cierta Mirada, que otorgó el premio a Después de Lucía. «Cuando conocí a Roth ya escribía Chronic. El personaje principal era una mujer, pero después lo adapté para él. Lo mismo pasó con Después de Lucía, película que adapté para Tessa Ia», la protagonista, declara Franco. La película, que se integró a la Selección Oficial varios días después del primer anuncio, es sobre un enfermero que trabaja con pacientes con enfermedades crónicas. «Me interesa explorar cómo es la vida de una persona que generosamente brinda su tiempo y ayuda a los enfermos en etapas críticas de su vida. Es un trabajo muy particular en el que se borran las fronteras de lo profesional y lo personal», asegura el director, cuya idea surgió en 2010, cuando su abuela enfermó. Franco es el único cineasta latinoamericano en la competencia principal en la que se encuentran, entre otros, Paolo Sorrentino, Gus Van Sant, Todd Haynes, Jia Zhangke y Yorgos Lanthimos.

 

¿De qué forma se llega a Cannes? «Mandas la película por correo y rezas porque sea seleccionada; los contactos y el haber presentado otra cinta antes no sirven de mucho, hay directores de gran trayectoria y otros novatos que son incluidos y descartados por igual». En diversas entrevistas Frémaux declaró que luego de anunciar la primera tanda de filmes se le cuestionó la ausencia de cine latinoamericano. El criterio de selección es claro y en algunas ocasiones accidentado. Fatih Akin y Abel Ferrara son dos cineastas que decidieron retirar su proyecto para intentar hacerse un lugar en la Selección Oficial. Cannes recibe alrededor de mil 854 películas de las que sólo se elige un máximo de veinte en la Selección Oficial.

 

«A pesar de que es una película filmada en Estados Unidos con un actor célebre, no es un filme típicamente estadounidense», asegura Franco. «Trabajé con Yves Cape, cinefotógrafo que ha colaborado con cineastas europeos de primer orden: Leos Carax (Holy Motors, 2012), Bruno Dumont (Hors Satan, 2011) y Claire Denis (Materia blanca, 2009), entre otros».

 

Con Chronic, que como el cine anterior de su director no tiene música, Franco utilizó por primera vez una steadicam, una herramienta con la que se puede seguir a un actor de manera estable durante un tiempo prolongado. La decisión del creador de utilizar esta cámara parece acertada. Los primeros reportes de la película indican que el peso del filme recae en la interpretación de Tim Roth, un entregado enfermero y cuidador que, sin embargo, es demasiado retraído fuera de su trabajo. La cuarta película de Franco se estrenará en México en octubre, será distribuida por Videocine, confirmó el creador. «Espero que mi película le guste a los hermanos Coen», bromeó Franco, que aseguró que Chronic plantea una continuidad con Daniel y Ana (2009), Después de Lucía y A los ojos (2013), filme que todavía no ha sido estrenado.

 

«Franco forma parte de un grupo de cineastas nacidos en los setenta que si bien no está forjado como un “grupo” a la usanza de sus generaciones precedentes, ha firmado unas crónicas de adolescencia y juventud excepcionales en el cine mexicano reciente: Alonso Ruizpalacios, Diego Quemada-Diez, Fernando Eimbcke, Aarón Fernández», considera Huidobro.

 

Ha llegado el tiempo de maduración de los creadores mexicanos. De momento, Franco compite por primera vez en la Selección Oficial. Como ha sucedido en la historia del festival, luego de un Premio del Jurado o de la mise en scène (dirección), éste funciona como un catalizador para que en años sucesivos opten por la Palma de Oro, como le ocurrió a los hermanos Coen, Michael Haneke o Apichatpong Weerasethakul.

 

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