El polémico documental Rompan todo dejó una incógnita: ¿el rock latinoamericano está hibernando? Faltó abrir el oído. En este siglo el género ha dejado de tener la penetración cultural de los cincuenta años previos, pero musicalmente hay mucho que decir. Las bandas de la región ya rara vez llenan estadios o colocan hits en los medios, pero los cinco discos seleccionados aquí son la prueba de que circulan ideas potentes, canciones que nos siguen interpelando. No hay hibernación sino otras formas de producción, circulación y escucha.
Barbi Recanati, Ubicación en tiempo real
Luego de Utopians, la banda con la que grabó dos EPs y cinco álbumes, la cantante y guitarrista argentina inició una carrera en solitario que en este disco ha encontrado una temprana madurez. Ubicación en tiempo real apareció hace un año, coincidiendo con el inicio del confinamiento. Sus siete canciones anticiparon las variaciones anímicas que implicaría atravesar la era covid. Recanati es hija del postpunk, pero también de Patti Smith: sus composiciones recurren a gestos y melodías elementales. La guitarra, el bajo, la batería y los teclados crean sobre todo texturas para que la voz alcance una expresividad plena.
La Bande-Son Imaginaire, La muerte en vintage
Su álbum anterior, Mezcal a pleno vuelo (2018), nos hizo incluirlos en la categoría de “Músico emergente” de la octava edición de Presente de las artes en México. Con el sentido de teatralidad que los caracteriza, la banda oaxaqueña ha sabido hacer del gótico una zona de búsqueda en la que conviven un imaginario de películas mexicanas con sonidos extraídos de teclados y cajas de ritmos que hoy son ya low-tech. ¿Será por eso que eligieron La muerte en vintage como título para su tercer álbum? Este nuevo trabajo consolida la apuesta por oscuridades bailables con dosis de terror. Si el dark es una pasión nacional, nunca lo fue tanto como en La Bande-Son Imaginaire.
Dafne Castañeda, Posguerra
Es una experiencia singular, oír Posguerra. Surgida en la escena punk limeña, Dafne Castañeda ha lanzado un EP en el que los bordes genéricos y geográficos se pierden. Suena latinoamericano, suena peruano, pero la sensibilidad es pop. Un pop inestable, experimental, que no sacrifica detalles sonoros a favor de la accesibilidad, sino que se concentra en la construcción de canciones que emulan las formas del sueño. Con recursos lo mismo electrónicos que provenientes de la canción popular, las siete piezas de este trabajo hacen pensar que la antropofagia de Oswald de Andrade sigue estando en nuestro horizonte.
Buenos Muchachos, Vendrás a verte morir
El noveno álbum de la banda montevideana la muestra como uno de los escasos especímenes que, surgidos en la efervescencia alternativa de los años noventa, han llegado a esta orilla con un sonido que, sin renegar de sus fuentes, tiene un carácter personalísimo. De gran popularidad en Uruguay, Buenos Muchachos entrega en Vendrás a verte morir una excelente puerta de entrada a su propuesta, plena de melancolía lírica y disonancias. Extrañamientos donde se insinúa lo digerible. El timbre, la dicción y las palabras de Pedro Dalton dan a estas canciones su coloratura, en un disco pensado para ser oído de principio a fin.
Carabobina, Carabobina
El dueto de noise pop formado por la venezolana Alejandra Luciani y el brasileño Raphael Vaz Ouça (bajista de Boogarins) –rock latinoamericano, en suma– presentó su debut a finales del año pasado. Grabado a lo largo de dos años de forma casera, sus canciones, cantadas en español, portugués e inglés, surgieron de sesiones de improvisación. El resultado es un conjunto de piezas cálidas pese a su carácter repetitivo, como si las máquinas compartieran las emociones. Carabobina produce un ambiente al que el escucha es arrastrado, con resultados narcóticos y meditativos.