Cuando se presta atención al cancionero del culiacanense afincado en Guadalajara Víctor Rosas se percibe un halo natural en los elementos que lo componen, cierta fluidez: la fuerza del río, la plenitud del cielo abierto, incluso el vértigo de los abismos más oscuros. Una traducción lúdica e intuitiva de la complejidad personal.
Desde su aparición hace una década, el trabajo de ROSAS –así, en mayúsculas–, por momentos intermitente, siempre exploratorio, desigual en algunos de sus resultados, da cuenta de una evolución estilística particular, que ha dado algunos de los aportes más interesantes al cancionero contemporáneo de México. Prueba de ello es “Templos” (2021), tema en clave de cumbia, oda sosegada a los imposibles del amor, que muestra la habilidad para sintetizar, recomponer o fragmentar la palabra poética en tiempos y formas musicales que se pueden absorber con el cuerpo, las emociones y la mente.
Iniciada en 2012, la búsqueda de ROSAS ha producido canciones dulces, equilibradas y desnudas. El trabajo de Víctor Rosas, que incorpora también las artes visuales y la electrónica, abreva del trip-hop tanto como de la trova, la canción popular o la hiperbalada del presente. Hace algunos meses tuvo que frenar debido a un accidente que comprometió su salud y su economía, pero se atisba la llegada –después de una panoplia de buenos temas– del que podría ser su primer trabajo de largo aliento, aún bajo el cobijo de los públicos selectos y la independencia subterránea.
De átomos, puertos y sandías
ROSAS cuenta a La Tempestad que su música “siempre ha estado muy influida por la poesía, sobre todo la nueva poesía mexicana, alguna muy cercana a mí como la de mis amigos Karloz Atl, Sara Raca, Sayuri Sánchez, Paola Llamas, Citlalli Ixchel o Amaranta Caballero”. “A veces pienso que mis canciones son como un collage de imágenes, una cosa que nació a partir de otra idea o como respuesta a otras ideas. Antes me hacía llamar ‘descompositor de canciones’, como parte de este mismo juego. ROSAS es un viaje personal por la palabra con boleto de ida, pero sin boleto de regreso”, subraya el músico, que recientemente hizo una versión de “Me van a matar” de Julieta Venegas, cantante a la que reconoce como referente.
“A veces pienso que mis canciones son como un collage de imágenes. Antes me hacía llamar ‘descompositor de canciones’, como parte de este mismo juego.”
Si uno revisa el trabajo de Víctor Rosas en el almanaque digital encontrará EPs, canciones sueltas, algunos archivos perdidos y experiencias audiovisuales disponibles únicamente en YouTube, así como ejercicios, demos y covers en SoundCloud. ROSAS ve este trabajo en progreso como algo natural en su vida creativa: “Los que para mí eran al principio ejercicios de canciones se han vuelto cada vez más personales. El proyecto es muy vocal, la guitarra fue el primer elemento que me acompañó, por eso lo de ‘neotrova’, pero ahora puedo explorar más con pianos, beats, secuencias y percusión. Pero poco a poco, me gusta que sea orgánico”.
“Lo del álbum completo está en mi mente desde hace tiempo y quiero hacerlo pronto, aunque creo que me gustaría publicar un par de EPs más previo al disco de larga duración”, confiesa. “Ahora estoy interesado en crear un equipo de trabajo que pueda aportar cosas al proyecto, como llegar a más personas y poder compartir mi música en más lugares, tocar en vivo es lo que más me apasiona”.
Del dolor personal al amor universal
“Puertos”, “Sandía”, “Cruz”, “Blue Taiwán” o la everythingbutthegirlesca “Aguacero”, algunos de los temas más emblemáticos de ROSAS a la fecha, dan cuenta de una introspección sobre los temas más recurrentes, donde habita la obviedad de los sentimientos, sin temor a resultar cursi frente a la mirada hipermoderna. “Creo que no hay nada que nos conecte más que el tema del amor y la relación con el mundo en que vivimos. También me gusta hablar de cosas etéreas, exponer datos y cuestionar lo que somos”, precisa.
Junto a nombres como Axel Catalán, Luisa Almaguer, Geo Equihua, Apache O’Raspi y Rebe, entre otros, Víctor Rosas forma parte del nutrido panorama de la canción joven mexicana. “Me siento parte de una generación que quiere expresarse a través de la música. Tengo varios amigos con los que en algún momento he compartido escenario o camino, como Walter Esaú, Valsian, Anthony Escandón, El David Aguilar, Ampersan o Belafonte Sensacional. Y aunque siento que hay algo que me conecta con ellos, como seguramente con otros proyectos musicales, al final cada camino y andar es diferente”.
Tras la lenta recuperación de su accidente, que lo ha dejado más de medio año inmovilizado por fracturas, ROSAS ha retomado el proyecto de su próximo EP (tentativamente llamado ¿Santo o remedio?) con un equipo de trabajo que seguramente enriquecerá el resultado. Las presentaciones en vivo comienzan a suceder poco a poco, en lugares íntimos y con mayor fluidez, lo mismo que los videos, parte importante del trabajo del cantautor. La misión de ROSAS se mantiene firme: “Seguir buscando personas que crean en mi proyecto y quieran ayudarme a difundirlo y conectarlo, llegar cada vez a más oídos y sensibilizar a través de la música”.