03/12/2024
Artes visuales
Entre anarquitectura y sueños migrantes
En ‘Copias del abandono’, en el Centro Cultural de España en México, Sandra Calvo investiga la relación entre arquitectura y migración
¿Qué hace una mansión en obra negra en medio de la nada? ¿Quién levantaría en medio de la ruralidad tlaxcalteca ese ensayo arquitectónico grandilocuente, de columnas romanas y escaleras curvas de estilo californiano que llevan a ningún lado? Es lo que se preguntó Sandra Calvo y lo que la llevó a hacer la investigación que derivó en la exposición Copias del abandono (2016 – en curso), que se presenta hasta el 8 de octubre en el Centro Cultural de España en México.
Desde hace unos años ha circulado el “chiste” de que Tlaxcala, el estado territorialmente más pequeño de la República mexicana, no existe. Memes se han creado, copiado, replicado y viralizado en redes. El bulling ha sido continuo. Pero Tlaxcala existe, y muchos migrantes sueñan con volver a habitarlo. Sin embargo, aquellas casas a medio construir lo hacen parecer un estado fantasma.
“Copias del abandono es un proyecto de arte e investigación de largo aliento –formato que define toda mi obra– y que en esta ocasión analiza la arquitectura de la migración entre México y Estados Unidos. Sigue el caso de una comunidad en particular: los migrantes originarios del municipio de Hueyotlipan en el estado de Tlaxcala, que viven y trabajan en el pueblo de Jackson Hole, Wyoming, y que constituyen el 80% de los latinos que residen en ese estado”, escribe Calvo. Este estudio la llevó a reconocer tres tipos de arquitecturas en el universo del migrante: la casa habitada, la casa modelo y la casa soñada, conceptos que va descubriendo dentro de la exposición.
Así es, Tlaxcala no sólo existe en México sino también en una parte en Wyoming, aunque de forma muy distinta. Allá los tlaxcaltecas viven en durísimas condiciones, y sus historias individuales reflejan y permiten analizar un universo más amplio, ya que su caso no es único sino recurrente en las comunidades de migrantes en Estados Unidos. Ahí se ve expresado el primer análisis arquitectónico de Calvo: la casa habitada.
En “el gabacho” los migrantes habitan en casas o remolques en zonas periféricas y escondidas de la vista pública, donde hasta dos o tres familias conviven para poder pagar la renta, pues los sueldos no dan para tener una “habitación propia”. Al mismo tiempo su trabajo es explotado para construir, servir y mantener mansiones, hoteles y restaurantes. Aquellas viviendas conocidas en la jerga arquitectónica como mcmansiones o mcmansions suelen ser segundas casas de gente adinerada o especuladores inmobiliarios, construcciones lujosas que a lo mucho son habitadas un 20% del año. Un duro contraste a observar para estos trabajadores precarizados, quienes ven ahí lo que Sandra Calvo llama la casa modelo.
A pesar de sus condiciones inestables, de terribles inviernos y de sueldos castigados, estas personas logran ahorrar y enviar dinero de vuelta a Tlaxcala. Calvo estudia el fenómeno de las remesas, que en parte se destinan a construir en México lo que da sitio a la la tercera forma arquitectónica que la artista detecta: la casa soñada.
“La casa soñada queda en la mayoría de los casos en obra negra por diferentes razones: ya sea porque sus dueños no pueden volver a México, porque los recursos son insuficientes o porque los familiares en Tlaxcala reciben amenazas de extorsión por parte de grupos criminales que detectan la recepción de ingresos significativos. Estas casas reinterpretan –guiadas siempre por un espíritu anarquitectónico– los signos materiales del lujo que los migrantes observan en las mansiones de Wyoming: escaleras curvas, techos a dos aguas, arcos, columnas, estacionamientos y jardines. El proceso de su construcción está condicionado por un flujo de información y remesas sujeto a interrupciones frecuentes e imprevistas. Sin embargo, siempre que les es posible, los migrantes envían a sus familiares –además de dinero– fotografías, recortes de revistas y bocetos dibujados por ellos mismos que sirven como referencias para el diseño de la casa”, narra Sandra Calvo.
En Copias del abandono vemos la referencia a estos procesos. En la primera sala observamos un mapa conceptual de los dos estados, Tlaxcala y Wyoming, unidos por hilos de construcción, una imagen hermosa que pone de manifiesto la unión de dos sitios improbables, donde se llevan a cabo de ida y vuelta las historias de tantas personas, sus aspiraciones, miedos, tiempos, trabajos y conceptos culturales. Un poema gráfico que ilumina el camino de gente que ha sido invisivilizada, tratada de inexistente, como la propia Tlaxcala.
Dentro de la exposición observamos maquetas, facsímiles de estas casas soñadas. Aquellos ensayos de construcción que evocan las mcmansiones pero que, a diferencia de las casas modelo, están en proceso de construcción y al mismo tiempo en abandono, solitarias, deshabitadas. Por momentos recuerdan a Xilitla, ese parque de esculturas surrealistas creadas por el “excéntrico” Edward James. Solo que aquí la historia no es la de ningún “sir”, es del tlaxcalteca con la esperanza de regresar a México triunfante, capaz de vivir la vida que sueña.
“Una consecuencia directa del papel del trabajador migrante es el desarrollo de un conocimiento práctico que le permite desempeñarse en las industrias que le ofrecen empleo y que finalmente redundará en un ‘saber hacer’ […], que le permitirá planear, comunicar e incluso dirigir a la distancia la construcción de la casa soñada. Este es un conocimiento derivado de la experiencia, que es explotado por la gran burguesía en un primer momento, pero que posteriormente será utilizado para sus propios fines y en sus propios términos; éste es, pues, un conocimiento liberado, desligado de la regimentación bajo la cual fue adquirido […] característica central de la anarquitectura”, explica Calvo.
Al final lo que queda, y lo que Sandra Calvo evidencia en sus “copias” a escala, es esta anarquitectura, o arquitectura liberada, a la que esta expresión material reconoce su legitimidad. Calvo recorre el camino a la inversa, primero se hace la casa soñada, esta escultura habitable, luego la reproduce en maqueta para decir que estas historias, estos conocimientos, valen como una carrera de arquitecto. Esta anarquitectrua es, existe.
Calvo, que tiene conciencia de los peligros de hablar desde el “privilegio”, evita en todo caso ser “quien da voz a quien no la tiene”. Su intervención artística ocurre en un sitio meramente investigativo, y es importante encontrar un trabajo que no busca la apropiación de la historia de otros sino sólo la documentación de un fenómeno. Un esfuerzo, que llamaría poético, por evitar el yo y dejar la obra como la visión del antropólogo deconstruido y decolonial (en la medida de lo posible), con las limitaciones obvias de cualquier visión personal.
Después de ver Copias del abandono (2016 – en curso) estas casas soñadas, que inicialmente parecen un sinsentido, una excentricidad, se nos quedan grabadas en la memoria más allá de la obra negra kitsch. Lo que nos orilla a ver Sandra Calvo cuando recorramos el país por carretera son historias de abandono, de reposicionamiento, de desinstalar los conceptos burgueses de arquitectura y apreciar los sueños a medio cumplir que describen, con amor, que Tlaxcala existe y no existe al mismo tiempo, que es un espacio como el resto de México que está en proceso de anarquitectura constante, bella y trágica a la vez.