23/11/2024
Pensamiento
La razón erosionada
‘La vida emocional del populismo’, de la socióloga Eva Illouz, explica las derivas políticas del gobierno ultraderechista de Israel
A menudo se nombra a Israel como la única democracia en Medio Oriente. Rodeado en su mayor parte por monarquías petroleras o países con una gran inestabilidad política, se ha creado la fantasía de un país que tiene lazos con la democracia liberal global. Sin embargo, si buscamos más información y acercamos la lupa, podremos observar que Israel ha estado sujeto a un proceso de erosión de sus instituciones, hasta llegar a las protestas anteriores al ataque de octubre del año pasado organizado por Hamas. Para quien no recuerde, durante el 2023 el primer ministro Benjamín Netanyahu había provocado una crisis social y política gracias a sus intentos de controlar el poder judicial de su país. Marchas multitudinarias llenaron las calles de Israel. Todo esto quedó, al menos mediáticamente, en el olvido el 7 de octubre cuando terroristas de Hamas tomaron varios poblados israelíes y asesinaron a civiles y militares. La respuesta de Netanyahu, como se sabe, ha sido denunciada por infinidad de organizaciones de derechos humanos y la misma ONU. La etapa más reciente es la demanda de Sudáfrica en la Corte Internacional de Justicia por genocidio y crímenes de guerra.
La socióloga franco-israelí Eva Illouz (1961) publicó, justo en 2023, poco antes del atentado de Hamas y la agudización de la crisis en Gaza, el ensayo La vida emocional del populismo. Cómo el miedo, el asco, el resentimiento y el amor socavan la democracia. En el libro describe, tomando como ejemplo el caso de Israel, las estrategias de los gobiernos de ultraderecha para minar la convivencia social y manipular al electorado –y la ciudadanía en general– para unirlos en torno a un enemigo a modo y, por supuesto, desestimar cualquier crítica. El populismo es un término que corre el riesgo, como tantos otros, de perder su significado, pues se usa para descalificar fácilmente a políticos que usan al llamado “pueblo” para actuar en su nombre desde la izquierda o la derecha, aunque también esta orientación ideológica esté desdibujada en la actualidad. A pesar de esto, los rasgos más evidentes del populismo, como la explotación del resentimiento y la polarización social, se mantienen como elementos constantes en gobiernos autoritarios en todo el mundo.
A través de la teoría, pero también echando mano de testimonios de primera mano (entrevistas a soldados, rabinos y ciudadanos de diferentes regiones de Israel) Illouz descubre cómo el populismo ha llevado a una sociedad a un estado permanente de miedo que legitima casi cualquier medida antidemocrática del gobierno y a la deshumanización del otro. El país es una suerte de experimento sobre un futuro posible dominado por élites totalitarias que no necesitan golpes de Estado para llegar al poder, pues son respaldadas, una y otra vez, por el electorado. Una de las preguntas centrales de la autora es cómo el miedo, el asco, el resentimiento y el amor (entendido como lealtad acrítica al país) han logrado, por más de una década, manipular a la población para aceptar y normalizar diferentes medidas de segregación (a los árabes israelíes), además de la persecución a partidos políticos y ciudadanos que no son afines a la línea dura del gobierno.
Eva Illouz narra una especie de camino sin retorno para Israel. Los sentimientos de revancha y de falsa victimización de Benjamín Netanyahu han creado, de facto, una amnesia colectiva y una redefinición alucinante de conceptos y de hechos históricos. Un ejemplo: si la fundación del Estado moderno de Israel está indisolublemente ligada al Holocausto, ahora el exterminio de los judíos (entre otros enemigos de los nazis) se vuelve no sólo un cheque en blanco para el gobierno del país, sino puede pasar a un segundo plano si así conviene. Netanyahu y la élite que lo acompaña (que incluso puede estar fuera de Israel) es capaz de establecer buenas relaciones con dirigentes antisemitas para aislarse de la comunidad judía internacional liberal (en el sentido de izquierda política y no de liberalismo económico como se entiende en México). Lo importante, por supuesto, es que la derecha y la ultraderecha europea respalden la islamofobia promovida por Israel y comparta sus mismos enemigos étnicos y de clase.
Podríamos decir que La vida emocional del populismo es un libro profético aunque, desde hace varios años, intelectuales e historiadores judíos o de origen judío como Noam Chomsky, Ilan Pappé o Norman Finkelstein han advertido acerca de la dirección totalitaria del gobierno de Netanyahu que llegó al poder, por primera vez, en 1996. Sin embargo, me parece que es uno de los pocos libros que analiza el uso de las emociones para que la población, por sí misma, avale una dinámica totalitaria que elimina la convivencia social con el otro que ha sido demonizado de diferentes maneras. El abuso de lo emocional como táctica de guerra, por supuesto, está en la línea que plantea la tecnología del siglo XXI y la dinámica de las redes sociales que promueven la reacción en lugar del pensamiento. Quizás una de las pocas luces que hay en la investigación es, precisamente, la que ofrecen unas mujeres judías que viven muy cerca de la frontera con Gaza. Ellas, muchas veces testigos de fuego real y de muertes ocasionadas por los cohetes lanzados desde territorio palestino, proponen, simplemente, hablar con sus agresores para resolver, juntos, el conflicto. Llama la atención que la sabiduría venga de quien enfrenta un peligro real y no de las masas que han sido educadas para temer a un enemigo imaginario.