16 de agosto de 2017

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30/01/2025

Pensamiento

La era del doble y la guerra contra la realidad

En su libro más reciente, Naomi Klein ofrece herramientas para pensar la realidad alternativa en la que vive una parte de la sociedad

Alejandro Badillo | jueves, 30 de enero de 2025

Fotografía de Dare Artworks en Unsplash

En el servicio religioso después de la toma de posesión del segundo período presidencial de Donald Trump ocurrió algo inédito: Mariann Budde, obispa de la Diócesis Episcopal de Washington, pidió misericordia con los migrantes y la comunidad LGBT+. Horas después recibió una reprimenda presidencial, además de una solicitud de disculpa. Los numerosos seguidores del presidente de Estados Unidos acusaron a la religiosa de difundir un mensaje contrario a la fe; los más radicales le enviaron amenazas de muerte. ¿En qué momento la misericordia o, en todo caso, la empatía se volvió algo negativo? No es un incidente aislado.

En años recientes hemos visto resquebrajarse el consenso social. Un sector se transformó en una especie de doble que niega los derechos humanos y la visión de la realidad construida, por ejemplo, por medio de la ciencia. El cambio climático no es tal, dicen los que habitan el mundo que niega y amenaza con suplantar al nuestro, es sólo “alarmismo climático” que no amerita ninguna medida de emergencia. La desigualdad no es algo que se deba combatir, pues es un proceso deseable para que las sociedades prosperen. Los millonarios no deben pagar impuestos, al contrario, su riqueza debe ser aún mayor para beneficio de todos. No hay ni hubo limpieza étnica contra la población árabe en Gaza; a pesar de lo que digan la ONU y sus expertos, los únicos agresores son los musulmanes, que quieren la destrucción de Israel. Hay, es claro, una visión maniquea en este tipo de creencias, pero también la construcción de una realidad que se opone a aquello que, creemos, es el “sentido común”.

Naomi Klein, autora del célebre ensayo La doctrina del shock (2007), se interna en el tema del doble en su reciente libro Doppelgänger. Un viaje al mundo del espejo (2023; Paidós). La activista canadiense explora no sólo el auge de la ultraderecha y sus ideas reaccionarias, sino la avalancha de irrealidad que vivimos, en la cual todo tiene cabida sin importar la lógica más elemental. El punto de partida es otra Naomi de apellido Wolf con la que Klein era confundida en redes sociales y presentaciones de libros. Wolf se volvió una estrella del movimiento antivacunas en Estados Unidos durante los años del covid. Escritora de artículos y libros de corte feminista, pronto fue una invitada regular en War Room, el popular podcast de Steve Bannon, el principal ideólogo de Trump durante su primera campaña rumbo a la Casa Blanca. En particular se volvió un referente para el sector de la sociedad estadounidense fanática de las teorías de la conspiración. De ser personajes aislados, los escépticos de la realidad se articularon en la derecha de ese país, que explota los miedos y la inconformidad de una población que busca vengarse de enemigos a modo: inmigrantes, feministas, ecologistas, izquierdistas, científicos, académicos, entre muchos otros.

¿En qué momento se pervirtió el sentido de la realidad y, por ende, se degradó la búsqueda de soluciones políticas para las numerosas crisis actuales? Klein aborda el problema a través del doble, el Doppelgänger que se parece mucho a nosotros pero es una suerte de sombra que amenaza con diluir los límites entre ficción y realidad. El doble que, según la tradición, sirve como antesala de una tragedia, también es un ente fuera de control que siembra discordia en nuestro nombre, como ocurre en la novela Los elíxires del diablo de E.T.A. Hoffmann, publicada a inicios del siglo XIX. En ella el doble maligno de un monje, Fray Medardo, funciona como una fuerza que nació de la egolatría del religioso. Occidente y el mundo global, particularmente países como Estados Unidos, fragmentó su realidad a partir de la desigualdad económica que, a su vez, acabó con casi cualquier elemento de cohesión social, como explica el filósofo Michael Sandel en El descontento democrático (1996). La pandemia del covid sólo aceleró las fallas estructurales de muchos países por medio del aislamiento, el individualismo y el abandono gubernamental ante una emergencia que cobró la vida de millones de víctimas en el mundo.

La sombra explorada por Naomi Klein es representada lo mismo por los trumpistas que tomaron el Capitolio en enero de 2021 que por aquellos que decidieron mirar a otro lado mientras el colapso social y ecológico se cierne sobre nosotros, particularmente las poblaciones del Sur Global. Ante esta crisis y la pérdida del futuro, Klein describe cómo la irrealidad ha surgido del otro lado del espejo alterando la lógica en la que vivíamos y, peor aún, convirtiendo a los victimarios en víctimas. Esto se pudo ver cuando el movimiento antivacunas en Estados Unidos y Canadá –formado generalmente por blancos de clase media– se apropió de las consignas de las minorías raciales en el siglo XX, intentando convertirse a sus partidarios en mártires. La idea de que un puñado de genios malignos –Bill Gates, George Soros y compañía– mueve los hilos a partir de un plan perfectamente diseñado oculta la naturaleza caótica del capitalismo terminal. Según la visión de Klein la gente ha decidido ignorar esta incómoda realidad sumergiéndose en un mundo paralelo –el mundo del espejo– en el que el cambio está en uno mismo, así como en las fantasías que vende una sociedad de consumo volcada al narcisismo. Esta sensación de urgencia sin salida clara, apuntalada por las redes sociales y la fragmentación de la información, provoca que el pánico sea cosechado por la clase dirigente ofreciendo chivos expiatorios.

Uno de los dobles más inquietantes es el de la identidad judía, herencia de Naomi Klein. La construcción del Estado de Israel por medio del despojo de la población árabe de Palestina creó una sombra que amenaza con devorar al judaísmo. En este caso la víctima atraviesa el espejo y se convierte en victimario. El caos provocado hace que las soluciones más tentadoras sean las que promueven el sometimiento a un Estado autoritario, como ha sucedido con los gobiernos reaccionarios israelíes. Una posible resistencia es, como afirma la autora al final de Doppelgänger, conservar la lucidez e interpretar el mundo sin resbalar a ese otro universo en donde viven nuestros dobles y los de la sociedad; dobles que ejercen una peligrosa atracción pues ofrecen soluciones fáciles y apelan a los instintos más elementales, que abren espacios al odio, la disolución social y la violencia.

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