El agente especial Dale Cooper (Kyle McLachlan) en ‘Twin Peaks: The Return’ (2017). Fotografía: Suzanne Tenner / Showtime
Para comprender la importancia de Twin Peaks: The Return (2017) debe delinearse el panorama televisivo en el que surgió la serie original de ABC y su impacto en el medio. Como narra Andreas Halskov en TV Peaks: Twin Peaks and Modern Television Drama (2015), cuando se emitió la primera temporada en 1990 la televisión estadounidense estaba dominada en gran medida por tres cadenas (NBC, CBS y ABC) que producían un tipo de televisión formulaica y episódica. Se buscaba “la programación menos censurable” para atraer al mayor número posible de espectadores; además “la televisión estaba ampliamente desacreditada, y el televisor recibía apodos tan dudosos como ‘el tubo’ y ‘la caja idiota’, lo que subrayaba su posición indeseable en la jerarquía de los medios”. Tal era el acuerdo colectivo que Twin Peaks vendría a cuestionar.
“El 8 de abril de 1990 se emitió el episodio piloto de Twin Peaks y 34.6 millones de estadounidenses se sintieron emocionados, horrorizados e incluso conmocionados por esta serie poco convencional de género cambiante. Una serie que nació en medio de una transición y que, en sí misma, puede haber cambiado las reglas del juego”, plantea Halskov. Creada por David Lynch y Mark Frost, Twin Peaks se convirtió en un éxito instantáneo de audiencia y crítica y tuvo un profundo impacto en la cultura popular y en el reconocimiento de la televisión como medio de expresión artística durante sus dos temporadas; sin embargo, al final de la segunda “sólo contaba con 10 millones de espectadores en Estados Unidos y, finalmente, la cadena y los ejecutivos pusieron la serie en ‘pausa indefinida’”. La emisión de ABC de un programa tan poco convencional puede atribuirse a las jerarquías de la época: la cadena con los índices de audiencia más bajos asumía mayores riesgos en sus contenidos. Aunque Twin Peaks pudo haber sido un fenómeno efímero, tras su abrupta cancelación se convirtió en un punto de referencia histórico cuya influencia es evidente en el panorama televisivo contemporáneo.
Aunque ‘Twin Peaks’ pudo haber sido un fenómeno efímero, tras su abrupta cancelación se convirtió en un punto de referencia histórico cuya influencia es evidente en el panorama televisivo contemporáneo.
Aunque atribuir exclusivamente a Twin Peaks los cambios en el panorama audiovisual sería excesivo, su historia, “que cambia continuamente de género, humor y tonalidad, era poco convencional en 1990, y lo mismo podría decirse del estilo cinematográfico de la serie”, añade Halskov. Junto a Hill Street Blues (1981-87), St. Elsewhere (1982-88) y Thirtysomething (1987-91), la obra dirigida por Lynch inspiró a diversos creadores de televisión estadounidenses años más tarde. “Al subrayar el hecho de que Twin Peaks fue creada (en parte) por un director de cine, un auténtico visionario”, escribe Halskov, “los ejecutivos y la cadena la pusieron como ejemplo de televisión de autor, lo que en 1990 era un fenómeno un tanto inusual”.

Fotograma de la primera temporada de Twin Peaks (ABC, 1990), serie de televisión creada por David Lynch y Mark Frost
El estilo cinematográfico de Twin Peaks implicaba el uso de filtros, tomas largas, planos contrapicados, sonido expresivo y música, y fue un caso temprano de migración de un autor cinematográfico a la televisión. Posteriormente lo hicieron Martin Scorsese (Boardwalk Empire, 2010-14), David Fincher (House of Cards, 2013-2018) o las hermanas Wachowski (Sense8, 2015-18). Matthew Weiner, creador de Mad Men (2007-15), declaró en una entrevista: “Ya había salido de la universidad cuando se emitió Twin Peaks, y ahí tomé conciencia de lo que era posible en la televisión”. El reconocimiento de las cualidades artísticas del medio televisivo por parte de los directores de cine tardó varios años en producirse, como ilustran los ejemplos anteriores, pues sólo en los últimos tres lustros se lo ha considerado una alternativa válida al prestigio antes asociado a la pantalla grande.
A pesar de su corta duración en ABC, Twin Peaks ayudó a legitimar la televisión como una forma de arte y tuvo un impacto medible en el panorama televisivo contemporáneo, lo que llevó a su continuación en 2017 en el canal Showtime. Amanda D. Lotz escribe en The Television Will Be Revolutionized (2014) que “la televisión se ha reconfigurado en las últimas décadas como un medio que suele dirigirse a audiencias fragmentadas y especializadas”. La televisión actual se dirige a grupos demográficos diferentes; los canales y servicios de streaming tratan de monetizar las distintas audiencias, que exigen ciertos tipos de contenido y de estilos televisivos. Este fenómeno permitió la continuación de Twin Peaks, pese a su atractivo de nicho.
A pesar de su corta duración en ABC, ‘Twin Peaks’ ayudó a legitimar la televisión como una forma de arte y tuvo un impacto medible en el panorama televisivo contemporáneo, lo que llevó a su continuación en 2017 en el canal Showtime.
La narrativa de las primeras temporadas de Twin Peaks se fue volviendo más intrincada conforme avanzaban los capítulos, con la introducción de nuevos personajes cuyas motivaciones y relaciones entrelazadas se establecían gradualmente. Hacia la segunda mitad de la segunda temporada, el relato introdujo una mayor ambigüedad estética y narrativa, que sirvió para desarrollar las cualidades mitológicas y sobrenaturales latentes en la primera. Aunque la serie aportó la complejidad narrativa que hoy se asocia a la televisión de calidad y adoptó cualidades estéticas del cine de autor, gracias al característico estilo de Lynch, se vio limitada por una época que rechazaba mayoritariamente la idea de que la televisión pudiera asumir formas artísticas complejas. 26 años después de la cancelación de la serie original, Twin Peaks: The Return brindó a David Lynch no sólo la oportunidad de continuar su obra inacabada, sino de ampliar los límites de su marco narrativo y estético. Desde el primer episodio la nueva temporada hace un uso intensivo del tiempo muerto, que ralentiza deliberadamente el ritmo de la narración y obliga al espectador a detenerse en los paisajes sonoros, la iluminación o la composición de los planos, es decir, en la puesta en escena.

Kyle McLachlan, Laura Dern y David Lynch en Twin Peaks: The Return (2017). Fotografía: Suzanne Tenner / Showtime
Tras los créditos iniciales, la primera escena del primer episodio (“Part 1: My Log Has a Message for You”) reintroduce a dos personajes vitales de la serie original: el agente especial Dale Cooper, que fue enviado originalmente a Twin Peaks para investigar el asesinato de Laura Palmer, y la entidad sobrenatural conocida como El Gigante, rebautizada como El Bombero, que guía a Cooper a lo largo de su viaje. Contra la premisa de la serie original, Twin Peaks: The Return altera la relación clásica de causa y efecto a favor del énfasis en la ambigüedad y la exposición retardada. Cooper y El Bombero son presentados en un escenario desconocido, representado con una paleta monocromática con la que el espectador no está familiarizado, donde el diálogo expositivo de El Bombero es suprimido y desfasado por la presencia implícita de una entidad maligna, más tarde conocida como Jowday o Judy, a la que dice: “Ahora no se puede decir todo en voz alta”. Debido a ello El Bombero transmite a Cooper el objetivo de forma esotérica, lo que tendrá una coherencia parcial al final de la serie, que depende en gran medida de la observación atenta del espectador y su capacidad para reconstruir instancias de exposición fragmentadas y dispersas.
Al establecer un marco narrativo ambiguo desde la primera escena, reteniendo información significativa para la comprensión y conceptualización de la serie por parte del espectador, ‘Twin Peaks: The Return’ desafía a los espectadores de la serie original con el riesgo de incordiarlos.
Al establecer un marco narrativo ambiguo desde la primera escena, reteniendo información significativa para la comprensión y conceptualización de la serie por parte del espectador, Twin Peaks: The Return desafía a los espectadores de la serie original con el riesgo de incordiarlos. Es, sin embargo, su cualidad más estimulante: la serie resiste las lecturas iniciales de quien la ve para obligarlo a mantenerse atento, en un trabajo constante de interpretación, fomentando la reevaluación y el reajuste permanentes a través de visionados y debates repetidos.
En la serie original el pueblo de Twin Peaks podía considerarse un personaje tan significativo como sus habitantes; esto cambia decididamente en The Return, que sitúa tanto su trama como los nuevos personajes en escenarios como Las Vegas o Buckhorn (Dakota del Sur). El pueblo y su gente no son ya el eje de la serie sino que se reconfiguran en la compleja y ambigua narración, que describe el viaje de regreso de Cooper a Twin Peaks a través de múltiples perspectivas aparentemente inconexas. Aunque interpretado por el mismo actor, Kyle MacLachlan, Cooper se convierte en dos personajes distintos a lo largo de la mayor parte de la nueva serie, como consecuencia del desenlace de la original. En el episodio final de la segunda temporada el personaje queda atrapado en un lugar extradimensional conocido como la Logia Negra, tras ser poseído por la entidad maligna BOB, quien en consecuencia crea el Doppelgänger que ocupa su lugar en el mundo real, denominado Mr. C. El segundo personaje se “crea” cuando Cooper escapa de la Logia Negra y entra en un estado amnésico, con funciones cognitivas limitadas, viviendo la vida de un tal Douglas “Dougie” Jones. Aunque las caracterizaciones de Mr. C y especialmente de Dougie pueden considerarse poco realistas para espectadores convencionales, son reflejo de la propuesta de Twin Peaks: The Return y su forma específica de “realismo”.

Fotograma de Twin Peaks: The Return (2017). © Showtime
Mientras Twin Peaks tiene como premisa la resolución del asesinato de Laura Palmer, Twin Peaks: The Return cuenta con tres focos narrativos que giran en torno a Mr. C, Dougie y la ciudad de Twin Peaks y sus habitantes. Estos tres hilos se entrelazan y extienden de formas inesperadas y perturbadoras, que exceden en complejidad y ambigüedad a la serie original, lo que anima al espectador a contemplar activamente la construcción del relato. A diferencia de la mayoría de los personajes, y como el Cooper de antaño, Mr. C. tiene una motivación claramente definida, el deseo de obtener una serie de coordenadas, lo que anunciaría un desenlace. Sin embargo, el propósito de las coordenadas nunca se revela: en Mr. C. se valora el viaje, no el destino.
De acuerdo con el motivo del Doppelgänger establecido en la serie original, Dougie puede considerarse acertadamente el opuesto de Mr. C: en lugar de recibir su motivación y orientación de un objetivo, encarna las cualidades del protagonista prototípico del cine de autor, se desliza pasivamente y sin rumbo de una situación a otra y recupera el conocimiento fortuitamente en el antepenúltimo episodio de la serie. La falta de un objetivo claramente definido en Dougie facilita un enfoque abierto de la causalidad narrativa, pues sus acciones no se supeditan a la conclusión del relato, lo que produce un viaje sin rumbo, una sucesión episódica de encuentros fortuitos que le conducen casualmente de vuelta a Twin Peaks. La ausencia de una relación convencional causa-efecto permite al espectador, a través de la cautela anticipatoria, comprometerse más libremente con la historia de Dougie y crear hipótesis menos obvias sobre sus próximas acciones gracias a lagunas narrativas que requieren interpretación.
Mientras ‘Twin Peaks’ tiene como premisa la resolución del asesinato de Laura Palmer, ‘Twin Peaks: The Return’ cuenta con tres focos narrativos que giran en torno a Mr. C, Dougie y la ciudad de Twin Peaks y sus habitantes. Estos tres hilos se entrelazan y extienden de formas inesperadas y perturbadoras.
Los habitantes de Twin Peaks pueden dividirse en dos grupos: los personajes que regresan de la serie original, que se entrelazan con las historias de Mr. C y Dougie/Cooper, y las nuevas criaturas introducidas en Twin Peaks: The Return. Los motivos pastorales y de Americana se desarrollan y amplían llamando la atención sobre los bosques y la vida cotidiana de los pobladores, desdramatizando el relato y resaltando tanto los momentos culminantes como los triviales. Los nuevos habitantes son, en general, representativos de los momentos banales, a diferencia de la mayoría de los personajes de la serie original, cuyos hallazgos se entretejen en la historia de Mr. C. El resto de los personajes que regresan al pueblo sirven para resolver las historias que quedaron sin conclusión debido a la cancelación de la serie original, pero el destino de algunos personajes se deja intencionalmente abierto a la interpretación para procurar ambigüedad narrativa.

El reparto y el director de Twin Peaks: The Return (2017). © Entertainment Weekly
Twin Peaks: The Return posee, como se ha argumentado, cualidades del cine de autor; la narración y las caracterizaciones profundizan la ambigüedad de su predecesora. Los espectadores que esperaban un regreso al universo familiar de las primeras dos temporadas pueden haberse sentido frustrados por la construcción desafiante de la nueva entrega. El evidente giro estilístico y la exigencia de atención interpretativa rompieron el marco establecido por la serie original, lo que, como teoriza Jason Mittell, contradice la forma en que los espectadores se involucran con una serie de televisión, que “debe proporcionar eficazmente un marco para entender su propia narración y estilo para tener éxito: el texto debe hablar a sus espectadores con una voz que nos guíe sobre cómo verlo” (Complex TV: The Poetics of Contemporary Television Storytelling, 2015). Antes del estreno de Twin Peaks: The Return ni Lynch ni Frost comunicaron el cambio estilístico, pues querían revelar lo menos posible al público condicionado por lo establecido en la serie original. En la mente de algunos se produjo una disonancia entre las expectativas y la propuesta de la tercera temporada, pero su lenguaje permitió que otros espectadores se sintieran atraídos por una serie que había sido esperada por más de un cuarto de siglo: “Los espectadores que no aprecian una serie suelen tener la sensación de no hablar el idioma del programa, lo que crea una capa de incomunicación entre lo que dice el texto y lo que podríamos estar oyendo. Muchas de las mejores series de televisión complejas funcionan en numerosos niveles, proporcionando tanto placeres superficiales como resonancias más profundas para diferentes grupos” (Mittell).
Quien conocía la filmografía de Lynch antes del estreno de Twin Peaks: The Return esperaba algo comparable, ya que la televisión se ha convertido en un medio de expresión artística semejante al cine. Pero casi nadie anticipó cambios de tanto calado en una serie establecida, legendaria. El visionado inicial es una experiencia asombrosa, que deja estupefacto y obliga a reajustar constantemente la percepción de adónde se dirige la absurda, hermosa y convincente narrativa y qué ocurriría en cada episodio. Desde su emisión en 2017 el aprecio por Twin Peaks: The Return no ha hecho más que intensificarse. Se trata de un programa estéticamente excepcional que permite involucrarse continuamente y descubrir nuevas vías de interpretación. Es lo mejor que la televisión puede ofrecer.